Con la guitarra de nuevo!!!

Algo me tomó por sorpresa. Por razones de tiempo, tuve que dejar de dedicarme intensamente a la guitarra moderna (ahora tengo que hacer tales distinciones!!!). Como la barroca aún no está concluida y la guitarrilla también está donde el luthier para algunos ajustes; los dedos me picaban, estaban deseosos de agarrar cuerdas, y desempolvé la guitarra.
Esta también es hechura de Claudio Lazcano, data de 1998 y fue la primera modelo Milenium que construyó, siguiendo el diseño de Thomas Humphrey.
A pesar de haber estado unos ocho meses sin tocarla, suena espléndida, y los dedos recordaron el repertorio. Claro, ha sido lento, con un poco de torpeza, porque el mástil de esta guitarra es más ancho que el de la guitarrilla, y las cuerdas son más duras. Pero hay una memoria muscular que permite recordar tanto el repertorio, la secuencia de los dedos en determinadas obras, y hasta la dinámica, agógica y otras consideraciones estéticas.
Volver a tocar la guitarra me hace pensar en montar repertorio para ella, y ver hasta qué punto la mano se puede ajustar a los distintos mástiles. Al tener entre las manos guitarras para diferentes estilos, puedo dedicar a la moderna, y en especial a esta modelo Milenium, obras contemporáneas, siglo XX y XXI. Sin duda, haber estudiado y profundizado en el repertorio antiguo me hace pensar y separar distintivamente una cosa de la otra.
Esto implica otra reflexión, y es que a lo mejor un violinista, con su mismo instrumento, puede abordar varios siglos. Lo mismo el flautista, el clarinetista, el pianista. Es posible que así sea. Incluso, voy más allá, con la guitarra moderna modelo Antonio Torres Jurado -que es a la que llamamos guitarra clásica o simplemente guitarra- se puede viajar a través del tiempo y lograr distinciones tímbricas realmente dignas del repertorio que se toca. El caso es que una vez que los dedos tocan un instrumento antiguo, se activa una especie de veneno (soy consciente que uso esta palabra con frecuencia), el alma, el espíritu se conecta con una energía inédita, y se produce una especie de entonamiento o afinación que hace que la sensibilidad quiera hacer la música con el instrumento específico.
Ahondo más: con la moderna me puse a hacer "dedos" con el repertorio de Adrian Le Roy, el mismo que hace sonar Juana Francisca en los espectáculos, y no se oye mal. De hecho, toqué exactamente la tablatura, con las cuerdas 4, 3, 2 y 1 (Re, Sol, Si, Mi) de la guitarra; y la cosa no suena mal... Pero... hay algo que es inherente a la sonoridad de la guitarrilla, algo inasible, difícil de medir, tasar, cuantificar, calificar. ¿Capricho? ¿Excentricidad? Quién sabe. Algunos guitarristas se sienten cómodos con su la guitarra moderna para todo. Uno de ellos fue Narciso Yépez, quien incluso llegó a hacer arreglos de una cantiga de Alfonso X El Sabio para la guitarra. Y no suena nada mal, pero, personalmente, yo no lo haría. Tal vez haría una intabulación de las cantigas para la guitarrilla, el instrumento que considero más "cercano" -del siglo XVI al IX-.
Mientras tanto, voy a reencontrarme con la guitarra para hacer escalas y ejercicios, hacer dedos y manos.

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