La guitarra barroca


Como ya tengo un cierto envenenamiento en la sangre producto de la impaciencia por la llegada de mi guitarra barroca, quiero transmitir y envenenarlos con el siguiente texto que traduje, para que vayan viendo de qué se trata esta maravilla sonora. De nuevo, al hacer clic en el título podrán ver la fuente original de donde extraigo el texto en inglés.
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La guitarra barroca

El aspecto de la guitarra de cinco órdenes en el siglo XVIII español produjo un sentimiento de horror despreciable. La guitarra y su música eran el “punk rock” de su época. La nueva guitarra era despreciada a menudo y no gozaba del prestigio de la vihuela o el laúd. Peor, fue asociada a los villanos o a cualquier muchacho que pudiera rasguear una guitarra, a las baladas populares, tabernas, a la criminalidad, la sensualidad y, particularmente, el bailar, todo lo cual era visto por las autoridades de la Iglesia como el camino seguro a la perdición. ¡La ejecución pública de una zarabanda en una guitarra fue castigada con azotes y cárcel!
Finalmente recibió la atención de muchos grandes compositores del momento, como Gaspar Sanz (1640-1710), cuyos esfuerzos lograron sacar a la guitarra de las tabernas y de los establos, hasta llevarla a las cortes reales de Europa, en donde la música rivalizaría con la del laúd y de la vihuela.
Algunos compositores barrocos de la guitarra favorecieron un sistema de encordado sin los bajos (bordones), produciendo una afinación donde las cuerdas más bajas suenan más altas que la tercera. Esto facilita la ejecución más limpia de ornamentaciones y, particularmente, del efecto conocido como campanellas (o pequeñas campanas), donde las notas adyacentes suenan en diversas secuencias, creando el efecto de unas campanas de iglesia que tocan rápidamente. Es imposible producir este efecto sobre una guitarra clásica moderna. Otra ventaja es la claridad de ciertos pasos. Las notas sobre el cuarto y quinto órdenes pueden estar en el mismo rango de afinación que los de las secuencias más altas, pero con un distinto color, lo cual ayuda en la selección de las imitaciones, por ejemplo en Marionas. Si los órdenes más bajos fueran templados en octavas, la música sonaría desincronizada, con algunas notas de paso dobladas una octava más abajo, y otras no.
Es importante tocar la música de las ediciones facsimilares más bien que desde las tablaturas modernos o, peor, la notación musical moderna. Las publicaciones originales no son muy difíciles de aprender y ponen al ejecutante en contacto directo con las intenciones del compositor, especialmente el rasgueado y punteado. Las transcripciones tampoco consideran la nueva afinación y no indican en qué secuencias el compositor quisiera que el ejecutante pulse para alcanzar la abundancia en los colores de los tonos y la expresión característica de este instrumento. La música de Gaspar Sanz, por ejemplo, ofrece los campanellas y otros pasajes rápidos junto con toda la gama de glisandos, ligados y demás ornamentos en la mano izquierda. Su música es una exhibición del virtuosismo, una calidad del deslumbramiento que se pierde cuando está transcrita a la notación moderna, y se entierra bajo la sombra del sonido majestuoso de la guitarra clásica moderna. Construí esta guitarra barroca en diciembre de 2006.
(Autor: Larry D. Brown Lute, medieval and renaissance recorders, hurdy-gurdy)

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