Los hijos de la guitarrilla (IV) La Jarana



Seguimos con la serie sobre los hijos de la guitarrilla. En la parte derecha del blog podrán ver las tres anteriores entregas sobre estos instrumentos: la primera dedicada al tiple colombiano, la segunda al charango sureño y la tercera a nuestro cuatro criollo y venezolanísimo; haciendo clic a LOS HIJOS DE LA GUITARRILLA.
Nos vamos ahora al Virreinato de la Nueva España, mejor conocido como México. En las tierras de Veracruz, en el Golfo de México, nuestra guitarrilla encontró asiento. Y he aquí algo curioso y maravilloso, como todo lo que implica América Latina: la jarana es un instrumento musical en Veracruz y es género musical en Yucatán; y éste último es tan, pero tan similar al joropo venezolano y colombiano, que parecería que nuestras fronteras se diluyen. Para cualquier persona de estos tiempos le parecerá una tontería, claro, teniendo internet, Google, TV por cable y demás instantáneas comunicativas... pero pensemos que estas músicas se vienen gestando desde el siglo XVI, y evolucionando con el tiempo, cuando ni siquiera había el menor interés entre los músicos por compartir estos saberes y evoluciones: hasta entrado (largo, diría yo) el siglo XX, no hubo interés entre los músicos populares por entablar relación entre ellos.
El instrumento
La jarana veracruzana consta de ocho cuerdas acomodadas en cinco órdenes. En su elaboración, tanto la tapa de fondo como los aros se hacen de cedro rojo o ciprés, el mástil o brazo también es de cedro rojo, y el diapasón de granadillo; mientras que la tapa es de tacote. Al igual que la guitarra battente, es un instrumento rítmico que junto con el arpa y el requinto jarocho generan los sonidos inigualables de la música jarocha.
También está la jarana huasteca, una pequeña guitarra de rasgueo de cinco cuerdas. Armoniza las melodías llevadas por el violín y también acompaña la huapanguera, la voz y el zapateo del bailador, proporcionando un registro alto. Su forma, tamaño y afinación le dan características propias que la hacen diferente a otros tipos conocidos en México. De los instrumentos que componen al trío huasteco, la jarana es el último que se incorporó a enriquecer el acompañamiento y la armonización.
Lo que podemos ver respecto a la jarana, es que en su confección y uso hay dos hipótesis, igualmente válidas para nuestro cuatro, en especial el que se desarrolló en el occidente venezolano: la filiación directa de la guitarrilla; y aquella según la cual estos dos instrumentos recibieron influencia igualmente de la guitarra barroca, que consta de cinco órdenes, tal como ocurre con la actual jarana y en algunas versiones del cuatro barquisimetano. Para los venezolanos está claro que el cuatro no es igual en toda Venezuela. Incluso su nombre es totalmente moderno, pues hasta más allá de 1950 aún se le conocía como guitarrita, guitarrica o guitarrilla.
Retornando a la jarana, su afinación, Sol-Do-Mi-La-Sol, demuestra la filiación con la guitarrilla, que se afina Sol-Do-Mi-La, obviamente sin el último Sol.
Estas y otras complejidades aún siguen siendo objeto de estudio de la etnomusicología latinoamericana. En todo caso, lo que queremos es dar un panorama general de nuestros instrumentos y picarle la curiosidad a los menos avezados.
Para más información, sugiero hacer clic en el título de esta entrada, para acceder a una ponencia de Andrés Barahona Londoño, en el marco del XXV Encuentro de Jaraneros de Tlacotalpan, Veracruz (Febrero 2004).

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