A mis maestros
En este comienzo de año 2009, hago un pequeño alto en mis actividades para recordar a los maestros, esas maravillosas personas que dieron buena parte de sí y de quienes he tomado, y aún tomo, para crecer como persona. (1) La hermana María Teresa, la señorita Crucita Gil, la hermana Rebeca, la hermana Raquel... maestras en el Colegio San José de Tarbes (El Paraíso) y en la música. No solamente lidiaron conmigo en lo que a mi aprendizaje se refiere, sino también me enseñaron los primeros rudimentos en la guitarra. Con ellas aprendí a tocar el instrumento para cantar a Dios durante las misas. (2) El profesor Laureano Herrera. Cuando yo tenía como 12 o 13 años, mis padres contrataron a Laureano, a quien recuerdo como un personaje especial. Él era profesor de mi primo Alberto Andrade y de mi tía Olga, y luego me entusiasmé y lo contrataron para mi. Nos enseñó a afinar la guitarra y a puntear algunas cosas en el instrumento. Aún yo no sabía leer música, pero ya sabía cómo leer las tablaturas