El músico Eugenio Montejo

Me sorprendió tanto como a muchas personas el fallecimiento del poeta Eugenio Montejo. A más de un mes de su partida es cuando puedo escribir estas líneas. Tuve notificación de que estaba mal de salud en la mañana del jueves 5 de junio, justo cuando di el recital de guitarrilla en la Casa de la Historia de Venezuela.
El parte me lo dio la poeta Jacqueline Goldberg, quien tampoco creía lo de su padecimiento.
Una de las cosas que lamento es no haberlo tenido entre el público de mis recitales. No por vanidad, sino porque en varias ocasiones el poeta y yo conversamos sobre música.
Montejo tenía una inquietud: quería conocer sobre la música del siglo XIX de Venezuela. Sabía que no hay mucha editada, aunque sí se figuraba que por allí viven los manuscritos. Quería muchísimo tener grabaciones de la música venezolana del pasado (siglos XIX, XVIII... lo que hubiera); especialmente para compartila -me confesó- con gente amiga suya del extranjero. Quería mostrar nuestro pasado musical. Le sugerí los títulos publicados por la Fundación Vicente Emilio Sojo y por la Orquesta Filarmónica Nacional, así como también las grabaciones de la Camerata de Caracas (aunque para aquellos momentos aún no tenían -como la tienen en la actualidad- la grabación de la obra de Caro de Boesi, porque es novísima).
Me hubiera gustado mucho recibir su impresión, porque concuerdo con él (sé que aun en el Cielo de los Poetas no ha cambiado de opinión) en que la música y la poesía van tan unidas, tan ligadas, que no se sabe dónde está el límite entre la una y la otra.

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