Cita con Dios en la Ucsar


Vengo de la Universidad Católica Santa Rosa (Ucsar), donde acabo de presentarme en la capilla mayor (la que se ve al fondo en la fotografía). Fue una cita con Dios, y no exagero. De verdad, como lo he mencionado en anteriores oportunidades, la guitarrilla es ella y su circunstancia, y por ende, la resonancia de las iglesias le viene tan bien, que hay que hacer un esfuerzo supremo para no detener la ejecución ante el asombro que provoca escuchar el instrumento resonando por todo el espacio, y con la certeza absoluta de que los meros oídos de Dios están escuchando. Lo bueno de la sensación es que Dios escucha sin juzgar, por lo que tocar en una iglesia lejos de intimidar provoca mucha paz, serenidad, quietud, sosiego, fortaleza interna, alegría.
Entiendo perfectamente ahora a Johann Sebastian Bach y a todos los que han sido maestros de capilla en su vida, porque tener a Dios como audiencia le cambia a uno la perspectiva de las cosas: no es lo mismo escuchar misa, escuchar música en una iglesia, incluso, voy más allá. No es lo mismo cantar en una iglesia que hacer música instrumental. Explico. Cuando se canta, el cuerpo mismo es el instrumento, por lo tanto no hay manera de percibir totalmente el "feedback", la respuesta, que cuando el instrumento está fuera de uno y se es el ejecutante. La sensación es totalmente diferente. He cantado infinidad de veces en iglesias y capillas, sobre todo en bodas; y hay que ver que ya es casi un éxtasis místico, pero lo vivido durante el mediodía de hoy supera todo. No sé si adicionalmente hay un componente previo espiritual, o de actitud previa. No lo sé.
Puedo confesar que antes de comenzar el concierto estuve completamente sola en la capilla. Acomodé todos mis implementos, verifiqué la afinación de la guitarrilla, me cambié de ropa, me maquillé, y como vi que todo estaba listo, pero aún faltaba un tiempo para comenzar, me arrodillé en un reclinatorio y recé... me senté luego en un banco y me quedé como quien escucha el silencio. No puedo decir nada más, porque la sensación es de completud.
Al concierto asistieron algunos profesores y alumnos de la Ucsar, incluso algunos de los míos. No fue mucha concurrencia, calculo que por falta de suficiente promoción o porque muchos alumnos y docentes estaban en actividades, sobre todo evaluativas. Pero sí vi, desde mi sitio, de espaldas a Cristo y de frente a la asamblea, ojos humedecidos. En un momento del performance me asaltó el pensamiento de que debía parecer una imagen de Santa Cecilia, y que bien teniendo alguien una cámara fotográfica hubiera podido captar hasta el halo. Vamos, no me siento santa ni mucho menos, fue, como dije antes, una sensación. Lo gracioso es que después, cuando todo culminó, nos quedamos hablando unos pocos, y hasta el profano tema de la Volta salió a relucir... en plena casa de Dios.

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