Bartolomé Díaz: "Mis proyectos nacen enmantillados"
Por: Ana María Hernández G.
Bartolomé Díaz es un músico incansable.
Conocido más como guitarrista, especialista en la interpretación histórica,
también es director musical, productor y actualmente director de Cultura de la
Universidad Metropolitana (Unimet). Actualmente, su trabajo está centrado en el
repertorio del siglo XIX_venezolano y en trabajos dirigidos al público
infantil.
–¿Qué proyectos tiene actualmente?
–Estoy trabajando muy intensamente en la
pre-producción del nuevo portal de El Taller de los Juglares, el cual estará
dedicado a la colección de cánones para uso escolar y lúdico de Andrés Barrios.
Un trabajo de gran envergadura artística y pedagógica que lleva por nombre ¡Uno
para todos! Comenzaremos a grabar en el mes de mayo y para septiembre
esperamos que el proyecto traiga un aire totalmente nuevo a la enseñanza de la
música y el canto al niño venezolano en edad escolar.
–También estoy concluyendo el segundo
volumen de la gran antología de aguinaldos que produjo Décimo Nónico (la
agrupación que conforma junto a Andrés Barrios y Luis Felipe Santos) el
diciembre pasado. Ya están en red 20 aguinaldos y la colección llegará a tener
41 al sumar los que se añadirán este año. El portal ha tenido una demanda
tremenda en Venezuela y en muchos países extranjeros. Nuestra meta es hacer
disponible la referencia más importante y fidedigna sobre el aguinaldo
tradicional venezolano que exista.
–Estoy disfrutando muchísimo el dirigir
a Musicum, el ensamble de estudiantes de excelencia de la Universidad
Metropolitana. Los chicos tocarán importantes recitales el 17, 18 y 19 de
abril, con un programa avasallante de canciones patrióticas de tiempos de la
independencia que llamamos La Marsellesa Venezolana. Mi sensación es que
Musicum va a redefinir lo que un grupo musical universitario es capaz de llevar
a cabo, artísticamente hablando.
–¿Cómo sigue el repertorio del siglo XIX, qué
novedades hay?
–La Graciosa Sandunga, proyecto
que hicimos para la Fundación Bigott en 2012-2013 fue maravilloso y revelador.
El álbum nos enorgullece muchísimo y ha tenido una calidísima acogida. Los
espectáculos en vivo que se llevaron a cabo en torno a esa producción
discográfica también han sido muy motivadores para el conjunto. 2014 y 2015
(como epílogo a un buen número de años de investigación y estudio) han estado
dedicados a nuestra gran antología de aguinaldos, Divino y Humano, parte
de la cual ya está disponible en portaldeaguinaldos.com
–¿Cuántos discos lleva el proyecto del
siglo XIX?
–Tomando en cuenta nuestro actual portal
(el cual es un disco de acceso libre en red) son tres, Pasión, porte y
picardía, Canciones y danzas de Europa y América, La Graciosa
Sandunga, obras del manuscrito de Pablo Hilario Giménez y Divino y
Humano, fervor y fiesta en el aguinaldo tradicional venezolano.
–¿Cómo ha sido la reacción del público
ante el repertorio de Décimo Nónico?
–Nos ha ido estupendamente, gracias a
Dios, en buena parte porque el grupo acomete sus interpretaciones con gran
honestidad artística, cosa que la gente capta (en vivo, en disco, en
espectáculo teatral/musical) de inmediato. Tenemos la suerte de que la gente
escuche nuestras interpretaciones históricas con gran apertura y calidez, por
lo visto no les suenan a música vieja o acartonada. Tener a Andrés Barrios como
frontman hace que lo de generar buena conexión con el público sea tan
elemental como afinar los instrumentos y comenzar a tocar. Él es,
sencillamente, un as bajo la manga, un músico genial, y lo digo con absoluta
responsabilidad. Por su lado, Luis Felipe Santos se ha convertido en un luthier
estupendo, la guitarra Terz fabricada por él que toco actualmente compite
favorablemente con cualquier guitarra romántica histórica, independientemente
del país donde haya sido construída.
–¿Qué opina de la integración de
instrumentos antiguos con los modernos en una misma propuesta artística?
–Yo, que he tocado guitarra barroca en
álbumes pop tan disímiles como Sin otro sentido de Lasso e Inmensa
minoría de Guillermo Carrasco no debería quejarme. Sin embargo prefiero “a
cada oveja con su pareja”. Si una banda (tenga el renombre que tenga su
director o sus ejecutantes) fabrican esa sonoridad para hacerse más
“comerciales”... para mi se acaba la magia. En un caso en que impere la
absoluta pureza artística, ciertamente, el fin justificaría los medios.
–¿Qué balance tiene como músico, desde
la Camerata de Caracas, de Syntagma, El Taller de los Juglares, E-ón, y ahora
Décimo Nónico?
–El Taller de los Juglares y Décimo
Nónico son mi vida, y creo que me reflejan artísticamente con bastante
exactitud. De las cosas del pasado, extraño mucho a Julio Timaure y las
portentosas grabaciones que dejó con E-ón (un artista irrepetible). Su
fallecimiento es algo que nunca he logrado superar del todo. La experiencia de
militar durante años en la escena de la interpretación histórica en Venezuela
la puedo volcar, hoy, en mis muchachos de Musicum. Me encanta ver cómo ellos
ponen la misma cara de asombro que puse yo (a los 21 años) cuando escuché música colonial venezolana por primera vez.
–¿Ha retomado alguno de esos proyectos
anteriores?
–El Taller de los Juglares nunca ha
parado de existir y nuestro álbum Cantando entre líneas Chamario
(musicalización del Chamario de Eugenio Montejo) es, de eso no tengo la
menor duda, nuestro mejor álbum y uno de los mejores álbumes de música infantil
de todos los tiempos, ojalá la sinceridad no suene a falta de modestia.
–¿Y proyectos personales suyos, en
solitario?
–Con Andrés Barrios y Araís Vigil (una
bailarina extraordinaria de danza contemporánea) hemos hecho una
musicalización/coreografía de poesía del maravilloso poeta español
contemporáneo Francisco José Cruz, una obra de gran envergadura que se llama Con
nuestras voces muy juntas. Una vez hayamos terminado de encaminar el
proyecto de los cánones vamos a estar concentrados en presentar ese nuevo
trabajo. Para mi es una obra maestra de música de cámara, con un lenguaje muy
particular y una fuerza expresiva casi indómita. No se si se entienda lo que
voy a decir, pero es una obra que celebra la vida con la muerte. Una de las
experiencias musicales más notables que he tenido a lo largo de mi trayectoria
profesional.
–¿Qué huella está dejando en la Unimet?
–La diferencia es que he tenido la
suerte de ver nacer el programa de becas de excelencia en la Unimet y eso ha
hecho de nuestra casa de estudios algo totalmente diferente a lo que era. Para
mi ha implicado un reto artístico enorme, el cual cambia de manera exponencial
año a año. Me considero muy afortunado de ejercer como artista y gestor
cultural en la Universidad Metropolitana, considero que Unimet está pasando por
un momento que, a pesar de las complejidades sociales y políticas que agobian
al país, es particularmente luminoso.
–¿Cómo ve el panorama actual del país,
sobre todo para la música no comercial, no mediática?
–Muy complicado, ciertamente. Creo que
es un momento para uno aferrarse a su vocación, más que a su profesión. Sin
embargo, estos tiempos duros me han hecho, al menos a mi, valorar más la
inspiración que da esta tierra, este clima, esta historia cultural tan
particular de Venezuela.
–¿Qué dificultades tienen los músicos
actualmente, sobre todo si la producción depende de usted?
–La mayor es el patrocinio,
indudablemente. Tocar la puerta correcta no suele ser nada fácil. Sin embargo,
de todos nuestros proyectos, ¡Uno para todos!, que es el más reciente,
fue el que obtuvo patrocinio de manera más expedita, mis proyectos, en general,
han tenido muy buena fortuna, han nacido enmantillados.
–¿Quién lo apoya actualmente?
–Mi vida y la de
mis colegas serían totalmente diferente sin la fe y el apoyo de León Armitano,
hijo del gran Ernesto Armitano, el editor. Fundación Bigott ha sido un
patrocinador extraordinario (y de verdadero criterio, cosa que los artistas
agradecemos muchísimo), Hacienda La Trinidad es una casa fuera de casa, Fran
Cruz y Chari Acal desde Carmona (Sevilla) son una fuente inagotable de
inspiración y optimismo, Aymara y Emilio Montejo son mi puente a la obra y el
sentir de Eugenio Montejo, el artista más perfecto que he conocido. La oficina
Promet, de la Universidad Metropolitana, ha sido fundamental en la
consolidación de ¡Uno para todos!, el Coro del Colegio Luz de Caracas ha
sido uno de los hallazgos más extraordinarios que he hecho en los últimos
tiempos y será maravilloso atesorar sus voces en los cánones de Andrés Barrios.
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